El era un tipo perfecto, de esos que parecen pasarlo todo por un prisma en blanco y negro.
Ella lo pintaba todo de colores. Era su don, o tal vez su maldición porque cuál polillas a la luz los tipos grises siempre habían revoloteado a su alrededor. Estaba tan acostumbrada a esos "revoloteos" que pensaba que el gris era el color natural y construyó su mundo con grafito, un mundo firme pero oscuro.
Pensó que sería capaz de vivir sin colores, pero cuando se le acabaron dejo de sentir.
Si el hubiera visto que ya no había azul en sus pupilas...
Si ella hubiera mantenido el rubor de sus mejillas...
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