Hace años que soy consciente del cambio en la relación que tengo con mi ama. Siempre la he adorado, pero supongo que como todos, he discutido en falso muchas veces siendo una adolescente por esa rebeldía sin sentido que derrochaba.
Por otro lado, siempre he tenido claro que es la mejor persona que he conocido, buena y valiente en la misma proporción, me fastidiaba que no la dieran uno de premios de madre coraje, o al menos una mención de honor.
Cuando me fuí de casa, nuestra relación mutó, ya era independiente, y ninguna de las dos quisimos ser una carga, principio que estamos manteniendo.
Me marché, me marché aún más lejos, y empecé a llevar esa relación a distancia de llamadas semanales y visitas fugaces. Y retorné, y mi madre no podía ser feliz con mi retorno sin que antes la confirmara que yo era más feliz aquí.
La he visto cuidar de mi todos, ser la matriarca de una familia desestructura, y ahora la veo como a desnivel, como si estuviera perdiendo fuelle. Me cuesta comprender que todos nos hacemos mayores, es como si quisiera que permaneciéramos al mismo nivel, yo ya madura y entendiendo lo que en su día auguró que entendería, y ella sin perder una pizca de su ilusión y empuje.
Y de la misma forma que es madre, fué niña, como fuí yo, y mujer, con sus pasiones y decepciones, esa mujer que por ser tu madre no te atreves ni a imaginar.
1 comentario:
Que palabras tan bellas!!!
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