Erase una vez una Cadena de Tiendas de ropa que empezó a extenderse por mil y una comarcas. Se extendió tanto, que empezó a hacer daño a esos Grandes Almacenes que de la planta baja a la azotea tenían de todo, y esos donde se iba, porque precisamente había de todo.
Tenía tantas ganas que no hubiera ser viviente sin uno de sus modelintxis , que era imposible pasear por el centro sin encontrar una de sus tiendas. Sus beneficios iban creciendo, pero un día soñó que podía ganar más. Soñó con unas macrotiendas donde no tendría que tener tantos empleados atendiendo y cobrando, un idílico lugar donde los clientes más avispados le harían todo el trabajo. Y nos olvidamos de las tiendas de barrio, y de las del centro, incluso de las marcas aspiracioales del pasado.
Y entre cuentos lejanos de la máquina de vapor, incentivaron una nueva experiencia de cliente sin tener que pasar por las tiendas, algo que en tiempos de pandemia fué de lo más conveniente.
Una noche, no hace mucho, se despertó tras una terrible pesadilla. Todo empezó bien, el redujo stock en tiendas, y empezó a enseñar el juego a sus clientes de * tu compra a lo loco, que siempre lo podrás devolver". Y los clientes compraban varias tallas de la misma prenda dentro de un lote de prendas casi idénticas, lo que le hacía ganar mucho dinero.Pero llegaron sus contables y le mostraron todo lo que se devolvía, lo que multiplicado por euros, era de todo menos calderilla.
Cuando pensaba que no podía ir peor, encontró a sus clientes más jóvenes flirteando con el temido Low cost, lo que significaba que la madre moderna, que era quien tenía la tarjeta, tarde o temprado iba a caer en la tentación. Y entonces llegó el descubrimiento, ya ni la atención, ni el servicio, ni si quiera el tan valorado surtido, eran tan diferentes.
Y como el amor, que pasa, no pasa y se pasa, su momento se pasó,
Pero esto es solo un cuento, que al menos si fuera chino, sería tenido en cuenta, porque seguiremos comprando a lo loco, devolviendo como si no hubira mañana, añorando ese trato personalizado de esas tiendas que van cerrando, y descartando aquellas a las que por pequeñas ni entramos. Eso sí llevate
la bolsa de tela aunque llueva.
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